domingo, 23 de enero de 2011

La creciente

La calle ancha y el agua
Reflejé del río, su encanto.Comenté de su apariencia mansa, de su caudal generoso; el que diera al hombre costero, el sustento de cada día.Pero ese caudal de ofrenda, con su mansedumbre, era de pronto la furia incontenible,el enojo; correntada desbordada, devorando todo a su paso...Aún resuena en mi memoria aquel rezo monótono y constante  de las ranas . Allá lejos, el sonar de remos en el agua, llevando a mis hermanos ribereños hacia algún refugio; como el viejo corralón, donde algunos trabajaban.Otros tenían la mano tendida de algún amigo que les ofrecía un lugar donde resistir-  Si...aún sobrevivía la solidaridad; aquella vieja herencia gaucha.  Como aún duele la tristeza de ver  pasar  aquellos techos   humillados,los viejos baúles del   hermano pobre, con sus precarias pertenencias a la deriva. Después  de las alegrías en diciembre, de la  playa y el hechizo del carnaval en febrero, ya yéndose el ardiente  verano y en el umbral de una   nueva década:" La brava creciente  del cincuenta y nueve"; la gran  crecida del Gualeguay, que viera   llegar hasta la antigua plaza   Constitución. Este hecho, marca un antes y un después del arrabal   nuestro, el que continuaría con  el   trazado de la ruta 136, cortando el   parque y parte de aquel "rincón del sur Gualeyo". Comienza la  erradicación de ranchos, originándose un nuevo barrio; el llamado Bo. 25 de Mayo. (barrio veinticinco)
Se termina una época del gualeguay-orilla.La de los terrenos baldíos, con cercas florecidas, y aquella dulzura de frutos silvestres que nos nutrían y deleitaban:" El mburucuyá", con su pasionaria flor,tan sugestiva y bella, con su fruto de piel naranja, el tas lechoso y de fibroso corazón, el miquichí, el huevo de gallo, entre tantos frutos asomando en las enredaderas. No olvido aquellos naranjos e higueras dando sus manjares en las taperas desoladas.
Escribo, detallando aquello que con el pasar del tiempo , daría vida a mi canción provinciana, aleteando con un sueño de poema.
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Todo era mas lento entonces, cuando niño.
¡Tan ajena parecía la distancia..!
 La flor sin dueño,surgiendo de las cercas,
 con su milagro de ofrecida fragancia. 


                                                  
                                                    Julio C. Faggiana 




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